“Youth” (2015) *** muy recomendada
Dirigida por Paolo Sorrentino
124 minutos
124 minutos
[Cápsula de Bruno Espejo]
“Youth”, trata sobre el estancamiento artístico y emocional en dos caminos muy claros: el realismo psicológico y el simbolismo onírico. Desde la narrativa, los textos no están enfocados a la realización de acciones concretas sino a explorar ideas que envuelven a la mayoría de los personajes en la resolución de sus frustraciones por seguir haciendo o por seguir viviendo. Esto nos permite observarlos en un estado de pureza, de transparencia para su confrontación, ya que la muerte, o su abstracción, es un paradigma que a lo largo de la película los aterra.
La caducidad de la inspiración, del amor, la fama o del respeto por uno mismo son las piezas claves de la maquinaria de Paolo Sorrentino (la cual no escapa de la bidimensional composición visual que forjó desde su aclamada “La Gran Belleza”) y es un acierto, porque explora el paso de la juventud a la vejez en cuadros y composiciones bellísimas que conmueven. Desde cuerpos semidesnudos de ancianos en toallas blancas caminando por los pasillos del hotel, que nos dan la sensación de un limbo hacia la muerte, un Maradona con Karl Marx tatuado en la espalda, hasta la venus de Madalina Ghenea.
Los actores están en su punto. Michael Caine compone un personaje imperturbable y excepcional, muy bien acompañado por Harvey Keitel, Rachel Weisz, y Paul Dano, que sorprende caracterizando a un Johnny Depp que ha perdido la inspiración.
Una perturbación por la vida, por su falta y su caducidad. La concesión de haber hecho lo correcto, de reafirmarlo o corregirlo, son los agujeros negros del drama en general, que a veces podría tener momentos gratuitos debido al ritmo, pero que compromete por sus ideas, y por sus actuaciones, las cuales convencen mucho. Sin duda, es una película que no transgrede la historia del cine, tiene muchos momentos de reciclaje cinematográfico, pero que en lo personal no molesta, más bien da la sensación que Sorrentino es un forjado alumno de Fellini, de ese cine que propone la vida como espectáculo, en proyección hacia el infinito, no hacia el futuro sino hacia la muerte, con la rememoración de entender las claves del pasado para confrontar la vida.
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