miércoles, 13 de enero de 2016

Les Diaboliques (1955) de Henri-Georges Clouzot

"Les Diaboliques" (1955)  *** muy recomendada
Dirigida por Henri-Georges Clouzot
114 minutos
[Cápsula de Verónica Ríos]


“¿Quiere que me muera más rápido?”

Al igual que la pistola de Chekhov, cuando Christina Delassalle (interpretada por Véra Clouzot) anuncia que sufre del corazón uno sabe que esto va a tomar importancia luego. Pero no importa. Siempre se está a la espera de algo, que aparezca o que no suceda. No se esconde en las sombras porque es muy obvio, pero ¿sino dónde? ¿Dónde miércoles está el cadáver?

Se dice que el director no estaba contento con la actuación de Simone Signoret. Qué más da. Signoret encarna a Nicole Horner, la amante de sangre fría del esposo de Christina, la del corazón débil. La mayor parte del tiempo provoca más ver lo que ellas ven (o hacia dónde no ven) que a ellas mismas, y al no poder hacerlo nos frustra (y asusta), como en las buenas películas de terror.

Este dúo de mujeres empoderadas -Nicole parece alimentarse del miedo de Christina- decide asesinar a Mr. Delassalle (Paul Meurisse) tras una serie de abusos físicos y emocionales que parecen nunca terminar. Después de muerto es, tal vez, cuando más daño ocasiona.

En algunos casos los primeros planos (no especifico para no arruinar la sorpresa, como bien instruye un anuncio al final) son realmente aterradores. La escena en la tina me va a perseguir hasta que muera. El secreto está en los ojos, me parece.

Nada de sangre, nadie está detrás de ti sin que lo escuches. El miedo no te sorprende así. Los recursos de Clouzot son altamente efectivos, altamente espeluznantes, y, he aquí el ingenio, altamente simples. No hay nada que desentone. Clouzot no se basa en trucos baratos para despertar miedo. Detalles que Christina no ve pero nosotros sí; la cámara fija, como paralizada, deja que los eventos más terroríficos se desenvuelvan ante uno, a su propio ritmo. Nos quedamos mudos, esperando a que termine. No te deja ver más de lo que tienes que ver. 


Las ‘diabólicas’ se convierten en las acechadas. El muerto deja notar su presencia cada vez más próxima e invasiva a través de objetos, conversaciones que no oímos y no sabemos si creer que existen. ¿Por qué mentiría el niño Moinet cuando dice que ha sido castigado por el director que lleva días muerto?

Si sospechas el final o no, no interesa. Hasta que no se confirmen las hipótesis, la adrenalina sigue corriendo. Del final ambiguo surgen aún más preguntas acerca de la historia que venimos siguiendo: ¿quién está siendo engañado? 

Y, más importante aún, ¿quiénes son les diaboliques

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