lunes, 11 de enero de 2016

Te Prometo Anarquía (2015) de Julio Hernández Cordón

Te Prometo Anarquía” (2015) *** muy recomendada
Dirigida por Julio Hernandez Cordón
88 minutos


Niños aburridos jugando a ser criminales es un tema que las películas han tratado tal vez desde que se inventó el cine. Viene a la mente “Angels with Dirty Faces” de Michael Curtiz (en la que Cagney es el fantasma de la navidad futura que termina por disuadir a los juveniles wannabes de una vida de crimen) o hasta la no tan vieja “Alpha Dog” del hijo de Cassavetes, ese film fallido (como todos los de ese energúmeno) donde se pretende evidenciar la negligencia parental que viene de la mano de la riqueza obscena. Los personajes de Julio Hernández Cordón también navegan esa línea entre la simple inmadurez y los tentativos primeros pasos hacia un mundo de violencia que se les sale de las manos. Gran parte de los 88 minutos de metraje está dedicada a verlos patinando las calles del DF mientras la cámara flota frente a ellos— miren a Miguel y Johnny junto a sus amigos skaters poetas fumones, desplazándose por un mercado popular en un steadicam que parece podría durar para siempre y que termina por hundirte en la absoluta apatía (¿anarquía?) que sienten estos niños por su entorno/país.


Johnny es hijo de la empleada de Miguel, pero también es su amante. Él es bisexual y el film flirtea con un triángulo amoroso que más bien parece un juego entre los tres. Johnny y Miguel mantienen su vida sin rumbo vendiendo sangre a narcos. Hernández Cordón trata su relación de una manera bastante fresca, que nunca se siente forzada (es decir, esto no es una aburrida película queer): los chicos se insultan, se empujan, se tratan de “puto” y “maricón” y esconden su relación del resto del mundo, pero también comparten momentos tiernos, echados uno junto al otro en la cama, haciendo chistes obscenos, drogándose con goma y besándose apasionadamente. El guión sorprende por su inteligencia, por las decisiones que toma al momento de construir sus escenas. Los diálogos se esfuerzan por nunca tratar nada directamente y se permite llevarnos por tangentes que pueden frustrar al espectador promedio pero que terminan por zambullirnos en un mundo vivo, en un universo que terminamos conociendo muy bien al final del film y que poco a poco va asomando su lado más oscuro.

Y cuando todo se va a la mierda, los niños llaman a sus mamis.

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