domingo, 24 de enero de 2016

Noé (2014) de Darren Aronofsky

Noé” (2014) ** regular
Dirigida por Darren Aronofsky
139 minutos



Tuve la siguiente conversación con mi tío después de ver "Noé" de Darren Aronofsky hace dos años. Él me dijo: "Es una estupidez. Rarísima— la verdad es que no me gustan las películas así." Yo le pregunté: "¿Así cómo?" Y él contestó: "Así, pues: raras." 

Igual que mi tío, el público no gustó de esta pragmática y poco pretensiosa película que cuenta de nuevo la historia del arca de Noé. Tampoco es lo mejor que vas a ver en tu vida, pero termina por cautivarnos aquel extraño amalgamiento que hace entre una anodina superproducción Hollywoodense y las riesgosas invenciones formales del -perdonen el vago/estúpido/anticuado término- “cine arte”. ¿Cómo no estar feliz de que existan secuencias como Noé susurrándonos el mito de la creación después del caos del diluvio? Aronofsky acompaña esa narración con imágenes que podrían haber salido de un videoclip dirigido por Terrence Malick (¿editado por Michel Gondry?) y que demuestran que no tiene miedo de alienar al público que típicamente consume estas películas. Esa idiosincracia también hace de Noé un personaje mucho más complejo de lo que podría haber sido, con impulsos oscuros que no vemos normalmente en films de esta magnitud. ¿Qué otro blockbuster hace que el protagonista intente matar un bebé? 

Está bueno también el fantástico (artificial) mundo post-apocalíptico que habitan Noé y su familia. Aronofsky envuelve a sus personajes en un particular universo ficcional que invita a leer la película como una parábola, como un sueño, como un juego. Acá hay más en común con algo como “Zardoz” (ese olvidado trabajo alegórico de John Boorman) que cualquier película bíblica o hasta “Troya” de Wolfgang Petersen (primera de muchas que intentan traer “realismo” a mitos y cuentos para niños). La casi psicodélica visión de Aronofsky debe haber molestado a varios espectadores que vinieron esperando lo mismo de siempre. 


El guión es lo que más sufre en esta mezcla de lo riesgoso y lo Hollywoodense. El tercer acto llega con concesiones idiotas como -por ejemplo- la necesidad de un villano (¿qué hace Tubel-caín en el barco?) y algunos vergonzosos momentos de actuaciones exageradas. No me sorprendería que lo del villano fuese a pedido de los productores— lo lógico era que Noé asuma este rol y creo que Aronofsky lo sabía. Por otro lado, a este tipo le encanta el melodrama y las actuaciones de sus films están siempre en ese código. Russell lo lleva bien pero Jennifer Connelly decepciona tremendamente. Y otra queja importante: dura demasiado.

Pero aunque sea el director no se esconde tras un aire de falso prestigio como Del Toro (“Pacific Rim”) o Nolan (las películas de Batman) o incluso Cuarón (“Gravity”). Él se manda con una película arriesgada y con ganas de experimentar; fallida pero gratificante. “Noé” es reconociblemente suya y eso la convierte -¡por fin!- en algo distinto. Lo demás es francamente basura duplicada.

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