domingo, 24 de enero de 2016

Una Mujer Bajo la Influencia (1974) de John Cassavetes

A Woman Under the Influence” (1974) **** obra maestra
Dirigida por John Cassavetes
155 minutos
[Cápsula de Verónica Ríos]



Richard Dreyffus dijo que la primera vez que vio esta película la encontró tan perturbadora que lo hizo vomitar. Si bien a mí no me dio náuseas, me dejé mecer cual lancha en tormenta. No he vivido lo narrado en la película pero aun así no se me hizo difícil ponerme en los zapatos de Mabel Longhetti. He ahí gran cine.
¿Por qué? Por Gena Rowlands. 
Da una de las mejores actuaciones que he visto en muchísimo tiempo (¿mi vida?) y está complementada por la de Peter Falk, que logra arrojarnos pólvora con su caracterización de Nick Longhetti, explosivo hombre devoto que acolchona el mundo entero para que Mabel no se golpee al deambular. De todos modos, el peso recae en los hombros de Rowlands que cual Atlas carga el mundo que es la enfermedad mental de Mabel (nunca diagnosticada). ¿Qué es más difícil que interpretar a una madre con un desbalance emocional? Interpretar a esa madre que regresa tras seis meses de internamiento sin mejoría alguna.
Estamos diseccionando la intimidad de esta familia de tres hijos, madre inestable y padre autoritario que no sabe cómo lidiar con el baile en descenso de su madre a la insania. No saben qué hacer a pesar del amor que se tienen y de las cualidades que los redimen, que suelen no ser evidentes. Con el aliento a la cerveza que también les invitó, Nick les pide perdón a sus hijos (¡niños!) por los errores que comete como padre. 

Pero cuando Mabel está mal, cuando Mabel se siente insegura y quiere sonreír para no llorar, Mabel, tan frágil, avatar de Cassavetes, la vemos de tan cerca y su rostro ocupa toda la pantalla, nos damos cuenta de la invasión completa a su privacidad, a su intimidad, que estamos cometiendo y queremos alejarnos para ayudarla y a ellos porque el pequeño banana está triste y se preocupa por su mamá y le besa la mano como a una reina para que no llore.
Cassavetes sabe qué hacer para acercar al espectador y a involucrarlos. Puede no ser la historia de todos pero nos convence de sentir las consecuencias de lo que sucede. He ahí su genio. Su narración convence. Es sutil pero inquietante. En los momentos más íntimos nos coloca cerquísima pero nos oculta en la oscuridad, permitiéndonos ver siluetas pero no gestos. Y así logra conmover.

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